
¿Has pensado nunca en la diferencia entre una cosa y la otra y como te influyen?
¿Qué es mejor para cumplir los objetivos, tanto los tuyos como los de tu equipo?
Establecer y trabajar solo con un plazo o fecha límite, o bien, marcar unos hitos o metas a través de los cuales llegaremos al objetivo.
Hay que reconocer, que la tendencia habitual es la de fijar fechas límite, marcar unos plazos de entrega o finalización del trabajo. En este caso focalizamos toda nuestra energía hacia esta fecha, pero si no existe una buena planificación los días previos a esta suelen ser un infierno. ¿Y qué pasa si no se cumple un plazo? Desánimo general, el proyecto puede verse comprometido, y además, si el plazo lo has impuesto tú como jefe de equipo y no se cumple, pueden pasar dos cosas, que quedes mal porqué no cumplas con el compromiso que has adquirido con un tercero, o bien si no pasa nada, seguro que afectará tu credibilidad como líder (¿la gente se preguntará que sentido tenía?).
Para una gestión eficiente del trabajo, los únicos plazos que deberíamos aceptar son los que vienen impuestos por los clientes o por agentes externos; porque no hay otro remedio. Es cierto también, que dependiendo del tipo de negocio en el que te muevas, los plazos forman parte del trabajo, por ejemplo si eres abogado tienes unos plazos muy claros que fijan las fechas límite en las que debes moverte. En este caso pues, es más importante que en cualquier otro caso diferenciar entre plazos externos y las metas necesarias para cumplir este plazo. Así, de la combinación de estos dependerá el éxito de nuestros proyectos.
Internamente en la gestión de un proyecto, funciona mucho mejor la planificación mediante hitos, o metas. Estos conceptualmente conllevan menos presión, y promueven la organización y seguimiento, con estos se pueden manejar mejor los plazos. Consiste en no fijarse solo en el punto de llegada, sino dividir el camino en unos microhitos que nos harán el recorrido mucho más asequible, y la planificación y seguimiento mucho más efectivos, ya que detectaremos rápidamente si algo falla y podremos replanificar con tiempo de sobras antes de la fecha límite.
Se efectivo, evita los plazos autoimpuestos, y empieza a trabajar contigo mismo y con tus colaboradores mediante hitos. Mantén las fechas límite solo para los casos que tu no puedas controlar.
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